El Orden de la Palabra.

EL ORDEN DE LA PALABRA.

Referida como Logos, verbo, oración, o lenguaje, si, por ejemplo, hacemos una sencilla búsqueda de Google sobre el significado de logos, nos encontraremos con frases, citas bíblicas u oraciones muy parecidas a las que siguen:

“En el inicio era el logos y en el logos estaba Dios, y el logos era Dios”

…” Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”

“Discurso, oración, cita, historia, estudio, palabra, cálculo, razón. Yo digo, yo pongo en orden”.

“Una palabra suya bastará para salvarnos”

“El verbo es la expresión de Dios”. “La oración es el camino hacia Dios”

En Heráclito, logos aparece por primera vez entendido como razón común a todas las cosas; razón o principio cósmico que expresa tanto la ley universal que rige el mundo y hace posible el orden y la justicia, como expresa también el propio pensamiento humano.

A su vez, la palabra Mito significa “lo que se habla” y por su parte el Psicoanálisis consiste en develar lo oculto a través del decir, del hablar libremente.

La famosa palabra “Abracadabra”, hechizo o encantamiento usado para hacer magia.  etimológicamente primero es 'avrah kahdabra', que traducida del arameo al español significa 'yo creo como hablo'. La segunda es la expresión hebrea 'Aberah KeDabar', cuyo significado es 'iré creando conforme hable'.

Por lo tanto, como vemos, esto refiere a que, quien quiera acceder a la magia, deberá aprender a reordenar su universo mental a través de la palabra, puesto que la realidad es que desconocemos los pensamientos que nos habitan hasta que los nombramos.

La mente básicamente es un caos de ideas que solo se podrá ordenar a través de la palabra, sin la cual el proceso hacia la creación de lo que queremos, sencillamente no comienza.

Sólo existe dos opciones; División y Caos/Creación y Orden.

Se debe poner orden ahí, donde primero se tuvo que detectar y reconocer que había caos. El caos del pensamiento automático, de lo oculto, de lo inconsciente.

Este hablar y poner orden en el pensamiento, no se refiere a un proceso solo de hablar por hablar, de conversar con un amigo, de buscar apoyo y empatía en el otro, esto por supuesto que sí puede ayudar y hasta resulta saludable hacerlo. Pero, para poder acceder a lo profundo, a lo oculto,  a los niveles inconscientes, es necesario y recomendable, hacerlo en el lugar de seguridad, confianza y guía que proporciona un acompañamiento, en el que precisamente el rol del acompañante, terapeuta o psicólogo, es el de impedir que nos perdamos en los pantanos de nuestra mente y de la propia historia personal que ha estado reproduciéndose en automático, por lo tanto será totalmente normal, puesto que estamos completamente identificados con ella,  que queramos defender esta historia a como dé lugar, eso va a pasar en algún punto del proceso, e ahí la importancia de la figura que analiza lo que decimos, a través de la escucha atenta y aguda, para de esa forma, podernos ayudar a que creemos nuevos caminos para salir del laberinto. Preguntémonos sinceramente, si por nuestros propios medios, con nuestras herramientas intelectuales y lógicas, pudiéramos salir del estado mental en el que nos encontramos, creo que es obvio que ya todos lo habríamos hecho.

Lo que sucede, es que tenemos una imàgen o forma de la cosa que creemos desear, pero si queremos avanzar, estaremos obligados precisamente a ir más allá de la imagen o el concepto que tenemos de esta cosa, para lo cual deberemos indispensablemente hacer uso del lenguaje. Ponerle nombre, definirla, quitar las capas superficiales de lo creíamos querer, y que posteriormente la vida misma se encarga de forma tan perfecta, de mostrarnos nuestra propias incongruencias y conflictos inconscientes que vemos proyectados en la realidad que creamos.

Nos daremos cuenta entonces, que en cuanto queramos ir más allá del pensamiento, descubriremos que un verdadero abismo se abre al intentar atravesar la imàgen y definirla poniéndola en palabras que permitan a esa idea salir de nuestra mente y concretarse en el mundo.

José Luis Parise nos dice:

En cuanto intentemos nombrar el resultado que queremos, la palabra nos mostrará que, si bien la idea trata de ir en la dirección del resultado deseado, solo se imagina hacerlo, pues en cuanto se la escuche, se desocultarà el hecho de que desde lo interno se produce un oculto y misterioso desvío que se refleja manifestándose directamente en desvíos externos.

Entonces, el primer paso del recorrido se inicia en cuanto se aprende a detectar en uno mismo ese desvío que se ve reflejado afuera, captando de este modo el universo como una continuidad simétrica entre lo interno y lo externo; un espejo entre adentro y afuera. Cuando ponga orden en eso, ahí podrá ver luego, que de la misma forma como antes sus propias mentiras e ilusiones se proyectaban afuera, sus verdaderos deseos ahora se materializan en el universo.

Las consecuencias no podrán tardar en manifestarse, pues descubrir que la palabra va en una dirección diferente de la idea, es descubrir que nuestras fuerzas se han dividido dramáticamente. Y es precisamente en la unidad de esas fuerzas que está el camino a la liberación.

Comenzamos a hablar y bajo un orden totalmente oculto que en principio aparenta puro caos, van apareciendo desvíos, equivocaciones, olvidos, confusiones, recuerdos, y múltiples sentidos que van tomando vida propia, que van mucho más allá de la idea que supuestamente queríamos transmitir.

En cuanto alguien se exige escuchar verdaderamente lo que la palabra está diciendo y no lo que se tenía la idea de decir, de inmediato se encuentra ante la certeza de que algo muy misterioso está dirigiendo todo eso.

La energía creadora de la vida, se pondrá en marcha no por el pensamiento, la idea o la imàgen de la cosa, sino por la palabra. Lo que se nombra es invocado, es emanado.

También lo refiere José Luis Parise de la siguiente forma:

“Develando lo que se oculta en la palabra, iniciamos el proceso de dirigir nuestro universo hacia el resultado al que queremos llegar, en pura consonancia entre adentro y afuera. La palabra es la vía por la que se revelará a dónde estamos yendo en realidad. Gracias a aprender a escuchar lo que se oculta en la palabra, sabremos entonces dónde nos encontramos y si debemos reorientarnos o si vamos en la dirección correcta”.

Se trata entonces de polarizar al universo hacia esa orden nueva que le hemos dado, y no es posible polarizarlo desde la inacción y sin moverse hacia eso, así como antes no era posible polarizarlo positivamente desde una acción caótica. Si yo no me muevo hacia la cuestión, el universo no se moverá por mí.

No basta con decir, hay que decir con, con armonía y congruencia, entre lo que se piensa, se dice, se siente y se hace. Pero a eso, generalmente solo se llega después de haber descubierto los misterios inconscientes que nos estaban dirigiendo en dirección contraria a nuestros verdaderos deseos.

Si gracias a la escucha más allá de la idea, ya tengo claro a dónde voy, ya no hay motivos para no ponerse en marcha hacia eso. Por supuesto que de entrada no sabré cómo hacerlo, pero también sabré que la vida no precisa que le indique cómo, sólo precisa que le ordene el qué… y que la polarice dirigiéndome continua e innegociablemente hacia eso.

¡Entonces sucederá!

Así como antes, por ejemplo, un cúmulo de hechos fortuitos se pusieron en marcha para que me pase el día solo buscando trabajo, pero sin encontrarlo, ahora esa misma constelación de hechos, con esa misma eficacia devastadora, se activará para que lo encuentre.

Yo le digo a la vida a dónde voy… y la vida me dirá por dónde llegar a eso.

La divinidad en nosotros sólo necesita instrucciones claras, y el contacto con esa divinidad es a través de la oración, es decir, a través de la palabra, del verbo, del logos, pero de uno limpio de todo conflicto interior.

El único problema del ser humano, es ser humano. Si decidimos ponernos en contacto con nuestra divinidad, habremos resuelto el problema del ser humano. Y precisamente para eso hemos venido aquí.