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La Serpiente, El Sapo y El Círculo de Baba.
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La Serpiente, El Sapo y El Círculo de Baba.

Episodio 1

El mito de la serpiente, el sapo y el círculo de baba.

El sapo tiene en su campo un claro rival, frente al que no tiene chances de sobrevivir: la serpiente.

Si esta, símbolo del nacimiento constante, de la renovación, de la transformación, del cambio, del desprendimiento de lo muerto, del renacimiento; se moviera libremente; el sapo, símbolo de lo lento, lo viejo, que vive en el pozo; con su piel rígida, durísima, absolutamente inútil y desagradable, caería siempre vencido frente a ella.

Pero el sapo, hecha mano de un recurso que parece mágico, pero que funciona de un modo devastador, hace salir de su boca una baba que dice ser venenosa con la que va encerrando a la serpiente en un círculo cuando esta se queda dormida.

La serpiente, una vez encerrada ahí, intenta acomodarse a vivir dentro del círculo que le trazaron; y cada vez que trata de salir, literalmente rebota contra ese límite.

El final de esa historia casi siempre es el mismo, la serpiente muere de hambre dentro del círculo que el sapo le trazó con su boca.

Sólo hay un tipo de serpiente que no trata de bordear el circulo, sino que lo atraviesa, mientras que a su vez va mudando de piel. Sabe que tiene que morir para renacer, que debe atravesar el dolor, el “veneno”, para cruzar el límite que le habían puesto y al que ella le concedió todo el poder, debe someterse a una muerte temporal para sortear una muerte lenta pero permanente dentro del círculo…. Al cruzar ese umbral el mundo entero se despliega ante ella.

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*El Verdadero Ser es Algo a Construir.

Los mitos son una simbolización narrativa del contenido de nuestro inconsciente, de la estructura de la propia psique humana. Por eso este mito en particular nos muestra una imagen tan poderosa y exacta de “eso” que nos constituye desde nuestro nacimiento como objeto de un otro. Ese otro que nos va trazando los círculos más amplios o más angostos, más cómodos o incómodos, pero que igualmente son límites a los que nos vamos amoldando, acostumbrando, acomodando y los que van formando nuestra estructura egoica, la estructura del yo, ese yo del cual más tarde creeremos que es nuestro verdadero ser.

Casi siempre, aunque no lo sepamos, el objetivo de nuestras creencias es defender esa parte del YO que nos fue dada. Ese es el lugar inconsciente desde donde miramos el mundo, y desde donde negociamos con él.  Aunque ese YO, al creer que es nuestro, que lo hemos creado, que lo hemos elegido, se convierta precisamente en el circulo que nos encierra, nuestra propia cárcel personal.

Por definición el SER dado no puede ser Propio. Por lo tanto, el Propio Ser es algo a construir fuera del círculo, algo a crear y que constituye a quien lo hace en Creador de su Propio Universo.

Muchos de nosotros ni siquiera somos conscientes de que vivimos nuestra vida dentro de ese círculo que nos trazaron, nunca nos tomamos el trabajo de cuestionarnos nuestro lugar, nuestro “desde donde”, esas preguntas completamente indispensables que debe hacerse cada ser humano antes de que se pueda plantear a sí mismo como sujeto en su propia existencia.

Antes de eso solo estamos sumergidos en la domesticación, en la alienación, y lo más triste, casi siempre creyendo que desde ahí estamos siendo nosotros mismos, creyendo que estamos viviendo, constituidos verdaderamente en nuestro ser, cuando solo estamos resignados, adormilados, distraídos, esperando la inminente muerte.

*La Palabra como Creadora de Realidad y Herramienta para Des-ocultar lo Oculto.

Ese SER que nos dieron está constituido de palabras. Cada punto de ese círculo de muerte es una palabra: un “no puedes”, un “no debes”, “un no eres suficiente”.

No es por casualidad, que, en la primera persona del singular, el verbo creer y crear se conjugan de la misma manera: YO CREO

Creo lo que creo. El lenguaje es acción. Creamos exactamente aquello en lo que creemos.

Al decir YO CREO hablamos del lugar desde donde estamos creando lo que ocurre en nuestra realidad pero que nos parece externo a nosotros.

Jamás una detención es por un obstáculo externo, sino que es por los códigos instalados en lo interno, códigos que fundan a ese obstáculo como imposible de atravesar.

La baba del sapo, cuanto más tiempo transcurre, se hace más invisible pero más poderosa; precisamente lo segundo a consecuencia de lo primero. Nada es más poderoso que aquello que opera desde la oscuridad, desde lo inconsciente. “Eso” oculto es de lo que somos esclavos y es “eso” precisamente lo que se necesita desocultar, de lo contrario permanece actuando en modo bucle, en repetición constante, convirtiendo nuestro pasado en nuestro presente y luego este en nuestro futuro próximo.

Detectar esos dichos que sostienen las creencias desde las que vivimos y nos relacionamos, identificar lo oculto que nos frena en el camino a nuestros objetivos. Esos obstáculos que le impiden a alguien hacer lo que quiere hacer y no puede, en cualquier espacio donde su capacidad de ver y actuar se halle comprometida por sus limitaciones, esa es su cárcel, ese es su círculo de baba personal.

*Intentar Acomodarse dentro del Círculo como Presagio de Muerte

Está claro, que si la serpiente acepta la domesticación, si cede, si se resigna a quedarse ahí dentro, se va a ahorrar serios enfrentamientos con quien traza los círculos. Por “eso”, lo natural, lo habitual, es que se intente ver, integrar, e interrogar al mundo desde ese lugar. Pero, mientras se esté dentro de “eso” no se tiene un lugar propio en el mundo; es decir, no hay existencia…

Aunque lo habitual es que eso no le interese a quien logró, desde el círculo de baba, rebuscárselas para atraer hacia ahí gente y comida… De lo que no se percata es que vaya donde vaya lo lleva alrededor de él. O más exactamente: él es llevado por el circulo.

Ninguna enseñanza fue creada para hacer más confortable la inexistencia, sino sólo para quien está corriendo los riesgos de afrontar los pasos hacia sí mismo.

*La Inconciencia como Peligro Esencial

La serpiente es atrapada en el circulo, precisamente cuando se queda dormida. Al estar inconsciente, el sapo aprovecha para lanzar su trampa mortal.

Si el sujeto no está atento a sí mismo, a su presencia o su ausencia, si no está interesado en formularse, en existir, es decir, si no está en el camino; sino que desde su círculo de baba, está tratando de meter ahí dentro todo lo demás …Está embotado en lo que percibe y en el sentido que le da a lo que percibe… este es uno de los motivos por los que la iniciación en el camino, es nombrada también como “despertar”: quien comienza a dar un paso hacia afuera de los círculos de baba que le han trazado; siente inequívocamente que recién ahí está entrando al universo…Porque mientras duerme, ningún dormido sabe que está durmiendo.

La única forma de dejar de ser objeto de lo externo, de lo otro, y de convertirse en sujeto, es estar presente y atento, es empezar a ver hacia adentro, hacia sí mismo, para crear ahora conscientemente, ese lugar propio, desde donde manifestar una nueva realidad, fundar una verdadera existencia, una verdadera libertad.

* Muerte y Renacimiento. Atravesar el Circulo y Mudar la Piel.

“No hay sapo que tenga el poder de detener a quien decide dejar, una y mil veces, su piel vieja y avanzar hacia un nuevo nacimiento”.

La salvación de la serpiente se encuentra siempre en cruzar el circulo, a pesar del dolor, sabe que no tiene otra opción, debe enfrentarse a una muerte temporal para sortear una muerte lenta y agonizante dentro del círculo. Sabe que la transformación es inevitable y que posteriormente le espera un renacimiento.

La mayoría de nosotros no sabemos eso, nos acomodamos en lo conocido y evitamos con todas nuestras fuerzas cualquier incomodidad o dolor que nos de indicios de sospecha de la existencia de un mundo fuera de eso.

El círculo trazado por el otro, puede volverse un lugar muy cómodo en el que estar si has logrado proveerte de lo básico para sobrevivir. Pero tarde o temprano aparecerá de una u otra forma, eso a lo que llamamos crisis, entonces la incomodidad y el dolor harán lo que mejor saben hacer; lograr que te muevas.

Antonio Gramsci decía que los momentos de crisis son aquellos en los que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer.

Efectivamente, para nosotros esa muerte llega a través de las crisis, y estas constituyen oportunidades sumamente valiosas para ver más allá de nuestra cárcel personal, para observar la sombra, lo oculto, y empezar a despertar del profundo letargo en el que estábamos instalados. Es ella quien nos transformará en el SER que pueda dejar atrás el personaje que habíamos creado y con el que estuvimos tan identificados todo este tiempo.

Ten presente siempre que lo único que está muriendo es el EGO, es decir, el YO. Ese personaje que nos dieron en parte y que nos hemos encargado de construir con cuidado y mimo para ocultar y negar nuestro verdadero SER.

Si la persona que fuiste debe morir para que llegue la nueva versión de ti que te llevará a tu siguiente nivel de evolución, ¿aun así te resistirías?, has venido precisamente para eso, para transformarte, para crecer y para trascender todo aquello que te puso aquí en primer lugar.

“Cada vez que el hombre pasa un círculo de “no puedes”, se acerca al estado de Dios”. José Luis Parise

* El Camino de la Iniciación se Recorre de Uno en Uno.

No es a la humanidad a la que le corresponde salvar al hombre, es al hombre al que le corresponde salvar a la humanidad. La humanidad, aparentemente, ha avanzado mucho, pero el hombre sigue teniendo exactamente los mismos padecimientos, preguntas y conflictos internos que hace miles de años atrás. Hoy más que nunca resulta evidente la existencia de una pandemia de enfermedad mental.

Especialmente en occidente, donde, entre comillas, dios ha muerto, el hombre ha hecho todo lo que su parte humana le ha exigido hacer y ha abandonado completamente al Ser, a la divinidad en él, se ha segado y ensordecido a sí mismo de una y mil maneras, y los efectos de esa decisión están a la orden del día en el mundo que hemos creado desde ese lugar.

El viaje hacia uno mismo y el compromiso con el recorrido, es responsabilidad totalmente individual. Es una elección ineludible e intransferible.

 No puede hacerse en función de otro, esperando a otro, acompañando a otro, “ayudando” a otro, “salvando” a otro. Precisamente a lo que se nos invita es a dejar de pensar en la dualidad, dejar de ver afuera, dejar de ver al otro, para que logremos ver la verdad de la unidad.

En palabras de Carl Gustav Jung:

“La única solución a los conflictos colectivos es a través de la revolución interior del individuo”

“Si esa gran cosa que es la cultura va de mal en peor, ello depende simplemente de que los hombres tomados uno a uno van de mal en peor, de que yo voy de mal en peor. Razonablemente, tendré que empezar por rehacerme yo mismo”.

De igual forma, en Un curso de Milagros se lee lo siguiente:

“El mundo agonizante tan solo te pide que dejes de atacarte a ti mismo por un instante para que él pueda sanar”.

“La única manera de curar es ser curado. El milagro se extiende sin tu ayuda, pero tú eres esencial para que pueda dar comienzo. Acepta el milagro de curación y se extenderá por razón de lo que es. Su naturaleza es extenderse desde el instante en que nace. Y nace en el instante en que se ofrece y se recibe. Nadie puede pedirle a otro que sane. Pero puede permitirse a sí mismo ser sanado, y así ofrecerle al otro lo que él ha recibido. ¿Quién podría ofrecer a otro lo que él mismo no tiene? ¿Y quién podría compartir lo que se niega a sí mismo? El Espíritu Santo te habla a ti, no a otro. Y al escucharle, su voz se extiende porque has aceptado lo que dice”. 

“Así pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación. Sólo necesita una lección que se haya aprendido perfectamente. Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te recordará dulcemente lo que le enseñaste. Debido a su agradecimiento, no dejará de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiera vivir”.

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